21/3/12

Los desvaríos de la sanidad


DURÍSIMO Y ESCLARECEDOR EDITORIAL
SOBRE EL SISTEMA SANITARIO.
MEDNEWS


Que el Director de Discovery DSALUD, José Antonio Campoy, lleva años sin
cortarse un pelo a la hora de denunciar la actual corrupción del sistema
sanitario es bien sabido por todos quienes le siguen -cerca de 100.000
personas cada mes sólo a través de la web www.dsalud.com  (datos oficiales
de Urchin Software Corporation)- pero ciertamente en el editorial de la
revista correspondiente a Febrero que acaba de salir a la calle se ha
superado. Así que dado su interés y con permiso de la empresa editora esta
vez nos hacemos eco del mismo reproduciéndolo entero en la seguridad de que

muchos internautas querrán difundirlo entre sus contactos. Este es el texto

que transcribimos tal cual:


Los desvaríos del Ministerio de Sanidad

En el ámbito de la salud es igual quién gobierne en España: al frente del

Ministerio de Sanidad siempre se designa a alguien que termina estando al
servicio de los grupos de poder, muy especialmente el de las multinacionales
farmacéuticas.
Así que la posibilidad de que la sociedad acceda algún día a médicos y
servicios de salud realmente eficaces y curativos en lugar de paliativos y
iatrogénicos es nula.

¿Que ello lleva a la desesperación a millones de personas, ignorantes de que
se les está engañando? No importa.
¿Que ello lleva a la muerte sólo en nuestros hospitales públicos a más de
400.000 personas cada año mientras son “tratadas” de esa manera (morbilidad
hospitalaria española según el Instituto Nacional de Estadística)? NO IMPORTA…
¿Que los médicos empiezan a ver desesperados cómo cada año la industria se

inventa nuevas enfermedades para así poder vender fármacos “específicos”
para ellas –una auténtica burla en realidad- y en estos momentos es ya tal
la cantidad de patologías existentes –miles- que ni los propios galenos se
saben sus nombres y los síntomas que se supone les caracteriza siendo por
ello incapaces de identificarlas y, por tanto, de afrontar el problema de
sus enfermos? NO IMPORTA…
¿Que la industria ha decidido dada la imposibilidad de curar con sus

fármacos una sola de sus inventadas enfermedades hacer negocio alegando que
sí puede prevenirlas comercializando para ellas todo tipo de vacunas que dar
a las personas sanas? NO IMPORTA…
¿Que esas vacunas no previenen nada porque jamás una sola vacuna ha
demostrado prevenir una sola enfermedad? NO IMPORTA…

Y retamos públicamente a los colegios médicos, a los laboratorios y al
Ministerio de Sanidad a que nos entreguen la documentación científica que
prueba que al menos una sí lo logra.
Que nos demuestren que hay una sola vacuna que previene alguna
enfermedad. La que sea.
Es más, les retamos a que nos demuestren que el VIH existe y es la causa

del SIDA.


Y que los tratamientos oncológicos oficialmente aprobados y de obligado uso
en los centros públicos previenen o curan el cáncer.
O que una sola de las drogas usadas por los psiquiatras previene o cura
alguna de las inventadas enfermedades psiquiátricas.
O que conocen siquiera un solo fármaco que prevenga o cure alguna de las
llamadas enfermedades crónicas y degenerativas; y nos da igual si es un
fármaco para el parkinson, el alzheimer, la ataxia cerebelosa, la esclerosis
múltiple, la fibromialgia, la fatiga crónica, la psoriasis, el lupus
eritematoso, la sensibilidad química múltiple o cualquier otra de las miles
de enfermedades hoy catalogadas.
Es más, que nos demuestren que hay un solo fármaco realmente eficaz que

prevenga o cure cualquiera de las “enfermedades” más simples: el resfriado,
la gripe común, el acné, una rinitis…
No podrán porque no existen tales fármacos.
Nada de lo que hemos comentado pueden demostrarlo científicamente.


En cambio sí está científicamente constatada la enorme peligrosidad de casi
todos ellos: incluidas las vacunas con las que irresponsablemente se inocula
a los bebés y los niños.
Luego, ¿qué está pasando? ¿Cómo es posible que los médicos sigan haciendo el

juego a la mafia que dirige un sistema sanitario tan podrido como el
implantado por quienes controlan el negocio mediante testaferros en la OMS,
las agencias internacionales de presunto control de fármacos, los
ministerios de Sanidad, los colegios médicos y las facultades de Medicina?
Y, sobre todo, ¿cómo es posible que se mienta una y otra vez públicamente
sin que a nadie le pase nada? ¿Cómo es posible que se haga el juego a
empresas que en las últimas décadas han sido llevadas a los tribunales en
innumerables ocasiones por graves delitos con resultado de millones de
víctimas -entre ellas decenas de miles de muertes- cuyos dirigentes no están
en la cárcel porque el podrido sistema político-judicial occidental les
permite comprar con dinero su impunidad?


Que el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad diera a conocer el
pasado mes de diciembre un informe diciendo por ejemplo que sólo “unas
pocas” de las llamadas terapias naturales “han demostrado su eficacia en
situaciones clínicas concretas mediante la aplicación de métodos
científicos” es una burla.
Porque ni uno solo de los fármacos que el ministerio ha aprobado, ha

demostrado científicamente prevenir o curar una sola patología.

Es más, ¿cómo permite el ministerio por ejemplo que haya médicos que digan
que los productos homeopáticos no sirven para nada cuando tienen hoy la
consideración de fármacos y su venta está restringida a las farmacias?
Si no sirven para nada su venta es una estafa y debería procesarse de inmediato a

quienes los fabrican, los comercializan y los distribuyen pero sobre todo a
los médicos que los recetan, a los farmacéuticos que los venden y a los
responsables sanitarios que los han aprobado.
 ¡Todos a los tribunales!
Y si no procede… ¡que se lleve a los tribunales a quienes se burlan de ellos por

intentar engañar gravemente a la población!
La verdad es que vivimos una situación esperpéntica. El Ministerio de
Sanidad debería replantearse en serio la eficacia de los tratamientos y
productos que financia el estado.
¡Ya está bien de despilfarrar miles de millones de euros en productos
iatrogénicos que ni previenen ni curan nada! Es hora de que alguien ordene
que se revise lo aprobado hasta hoy. Es indignante que se exija un
comportamiento ético a todo el mundo… y se obvie a los agentes involucrados
en el “negocio de la enfermedad”.

Hay que regenerar urgentemente el putrefacto sistema sanitario a nivel
mundial pero para eso debemos empezar haciéndolo nosotros en nuestra propia
casa. Es cada vez más urgente.


José Antonio Campoy,  Director de la revista Discovery Salud  (DSalud)

1/3/12

Yo sufrí las consecuencias del método Estivill


Al cabo de unos meses el miedo a la sensación del vacio en el estómago, taquicardia (que por aquel entonces ni me daba cuenta ya que no sabia qué era) y las ganas de vomitar iban avanzandose al acontecimiento de ir a la cama. Primero empezaron a la hora de la cena, luego cuando volvia con el autocar del colegio, más tarde en el patio de las 17:00 al cole, hasta que empezaba a tener esa sensación que ahora ya lo reconozco por su nombre: "ansiedad", justo cuando terminaba de comer el almuerzo en el colegio.

Los dias para mi pasaron de pasarmelo pipa en el cole y levantarme a menudo por las noches porque no podia dormir a:



- me levantaba, contenta porque faltaba mucho para ir a dormir
- iba al cole, contenta porque faltaba mucho para ir a dormir
- patio de la mañana: contenta porque aun faltaba para ir a dormir
- almuerzo: bueno, llegava el punto medio del dia, ya faltaba la mitad de dia para ir a dormir. Empezaba a tener miedo que me viniera ansiedad porque desde hacia unos dias ya me venia después del almuerzo.
- tarde: no me concentraba en las clases. me costaba escuchar cuando tenia esa sensación en la barriga. a veces pedia ir al baño cuando me costaba respirar, pero no queria que nadie se enterara y se riera de mi así que decia que tenia pipí.
- la vuelta a casa: ansiedad total. dentro de poco iria a cenar y a la cama.
- cena.... ya casi que no hace falta contar nada más.



Por las noches dormia, sí. Porque pasaba un estrés tal durante todo el dia que estaba agotadísima a esas horas. Lloraba media hora o una hora si me apuras y caía rendida.